Reservé este hotel llevado por las buenas reseñas, su buen precio y las fotos. El establecimiento en sí presenta buen aspecto, bastante limpio y las habitaciones son amplias y tienen todo lo necesario para la estancia. No hay recepción 24 horas pero el sistema para entrar y salir es sencillo. Está muy bien ubicado, en pleno centro, con aparcamiento fácil, parada de autobús y restaurantes.
Ahora vamos con lo negativo: no hay plato de ducha, es a ras de suelo con tan sólo una frágil cortina para cubrirla. Imposible no ponerlo todo perdido o tomar un baño cómodamente. El segundo punto es la incomodidad de las camas. Deberían cambiar los colchones, están muy duros. Cierto es que hay gente que le gustan los colchones así, pero para mí gusto fue horrible, tanto que apenas dormí 5 horas por la incomodidad.
Respecto al desayuno, es muy básico. Sólo hay 6 mesas en toda la sala (fácil encontrársela llena) y no hay nada de fruta. Los lácteos se reducen a yogures comprados en un supermercado.
Esto último ya no es culpa del hotel pero conviene saberlo: esa iglesia tan pintoresca que hay enfrente empieza a dar campanadas a las 8 de la mañana. Olvídate de dormir más tarde de esa hora por mucho que te apetezca.